Hace unos meses la lista de Forbes colocaba a Sam Bankman-Fried cómo el siguiente Mark Zuckerberg, ya que con solo 30 años había amasado una fortuna de 24,000 millones de dólares. En un solo día perdió el 94% de su patrimonio y lo más relevante es que el desplome de FTX (el exchange que fundo) arrastrará al mercado crypto con el.
Ciertamente hablar de una situación después de que sucede no tiene mucho mérito, pero más que hablar de las causas que están ocasionando todo el caos con FTX y las señales previas a su colapso, quiero aprovechar este caso para hablar de como existe un sesgo cognitivo que afecta nuestra capacidad de analizar información y nuestras decisiones financieras.
Se estima que nuestro cerebro recibe por medio de los sentidos 11 millones de bits por segundo pero nuestra mente consciente parece ser capaz de procesar solo 50 bits por segundo. Esta disparidad entre la información recibida con la capacidad para procesarla genera fallas en nuestro juicio. Tomar cualquier decisión resulta agotador para nuestro cerebro, por esta razón siempre buscará tomar atajos que lo ayuden a decidir de manera más rápida (aunque no siempre de manera acertada). Estos atajos son conocidos como heurísticas, cuando necesitamos comparar productos o servicios, las heurísticas le permiten al cerebro establecer preferencias, aun cuando no sepa nada sobre ese objeto.
En cuanto a nuestra capacidad para juzgar a las personas existe un sesgo cognitivo conocido como el efecto halo, consiste en que nuestra impresión general de una persona influye en cómo nos sentimos y pensamos sobre la forma en que se comporta esa persona en otros aspectos que no conocemos. El efecto halo también se conoce como el «Estereotipo del atractivo físico» y el principio de «lo que es hermoso también es bueno». Sin embargo, este efecto no solo afecta nuestra percepción de las personas en función de su atractivo, también se extiende a otros rasgos, solemos pensar que las personas que son sociables o amables también son más simpáticas e inteligentes o que las personas más exitosas (hablando en términos monetarios), tienen más estudios o son más competentes.
Sam Bankman-Fried no solo era elogiado por todas las revistas y medios por la capacidad de generar dinero, si no, porque abiertamente sostenía una filosofía altruista en la que pretendía donar toda su fortuna, la narrativa que se construía en torno a el y sus compañías FTX y Alameda, opacaban cualquier crítica y especulación que sus practicas no fueran sostenibles o inclusive éticas, en este caso las concepciones que existen de una persona entorpecen la capacidad de juzgar las practicas de una empresa, pero esto demuestra una vez más que no hay persona o compañía “To big to fail” y que para tomar decisiones financieras realmente acertadas tenemos que ir más allá de las conjeturas básicas que hace nuestro cerebro, de otra forma nos quedamos con percepciones poco confiables de la realidad.
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