Jugar ha sido parte de nuestra evolución como especie y nos ha acompañado a lo largo de la historia. La importancia del juego radica en que nos permite simular escenarios de forma segura sin tener que enfrentarnos a ellos directamente. Lamentablemente, a medida que crecemos, perdemos oportunidades para jugar. Sin embargo, no deberíamos dejar de hacerlo, ya que el juego es parte de nuestra naturaleza y afecta directamente la salud del cerebro. Jugar mejora la capacidad cognitiva, la plasticidad cerebral, la memoria, la coordinación y el equilibrio, además de reducir el estrés y la ansiedad, lo que mejora nuestro bienestar mental y emocional. El juego también fomenta la creatividad y la resolución de problemas al requerir soluciones innovadoras.
La relevancia del juego no disminuye en la adultez. Involucrarnos en actividades lúdicas nos ayuda a mantener nuestras habilidades cognitivas al envejecer. Los juegos de estrategia, como el ajedrez o los rompecabezas, mejoran la concentración y el pensamiento analítico, mientras que los videojuegos promueven la coordinación mano-ojo y la toma de decisiones rápidas.
El juego no solo es importante para nuestro desarrollo; también representa un negocio muy lucrativo. De hecho, la industria del juego, que incluye juguetes, videojuegos y otros tipos de juegos, ha experimentado un rápido crecimiento y se ha extendido a un público más maduro. Los negocios más exitosos en este ámbito son aquellos que han logrado identificar, incluso de manera intuitiva, los tres motivadores que fomentan el consumo en adultos, los cuales están alineados con las sustancias que se generan al jugar: adrenalina, oxitocina y dopamina. Estas motivaciones son:
- Sentir emociones intensas.
- Fortalecer enlaces emocionales con otros.
- Experimentar sentimientos de nostalgia.
La adrenalina es el neurotransmisor responsable de la respuesta de lucha o huida del organismo. Actúa como un mensajero químico en todo el sistema nervioso central para acelerar el ritmo cardíaco y llevar rápidamente oxígeno a los músculos. Al jugar, generamos adrenalina como una respuesta al estrés de esa situación y como mecanismo para agudizar la toma de decisiones. La sensación después de una descarga de adrenalina resulta muy placentera para el cerebro, hasta el grado de volverse adictiva.
No es difícil pensar en juegos que producen una gran cantidad de adrenalina, desde los videojuegos del género ‘survival horror’ hasta experiencias como los escape rooms, o incluso simuladores de carreras. Todos estos aprovechan la respuesta del cerebro ante el estrés controlado.
Cuando los juegos tienen como finalidad la cooperación e interacción con otros, generan en nuestro cerebro la producción de oxitocina. Este neurotransmisor ayuda a que el cerebro establezca sólidos vínculos de lealtad y confianza, favorables para establecer importantes relaciones con amigos y familia.
Se ha vuelto un cliché pensar que los deportes como el golf o el pádel son buenos para los negocios, pero sabemos que, por la oxitocina, en verdad fomentan relaciones más estrechas. Cualquier deporte o juego que necesite de la cooperación o convivencia con otros para lograr su objetivo aporta una carga significativa de esta hormona a nuestro cerebro.
Por otra parte, jugar genera en nuestro cerebro dopamina, este neurotransmisor es el encargado de regular el sistema de recompensa del cerebro y es conocido como la molécula de la felicidad. Cuando superamos un reto o conseguimos un objetivo dentro de un juego, nuestro cerebro nos premia con dopamina, lo cual nos hace sentir felices. La preferencia hacia las piezas de nostalgia está fuertemente correlacionada con la necesidad de dopamina, por lo que un juego o juguete que nos recuerda el pasado puede tener un doble efecto en la secreción de dopamina.
Los estudios cinematográficos tienden a utilizar la nostalgia como una herramienta infalible, suelen revivir franquicias o hacer referencias a películas, series o juegos del pasado por ser una apuesta más segura que crear historias nuevas. En los juegos no es diferente y el sector vintage o retro continua creciendo aun en generaciones jovenes que no experimentaron esas consolas de primera mano.
El juego es fundamental para el desarrollo cerebral y el bienestar emocional en todas las etapas de la vida. Participar en actividades lúdicas y juegos en la adultez nos permite mantener habilidades cognitivas, fomentar conexiones sociales y aliviar el estrés. Por estas razones la industria de los juguetes, videojuegos y juegos de mesa para adultos sigue creciendo, ofreciendo opciones para quienes buscan mantenerse activos mental y emocionalmente mientras se divierten.
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