La tecnología que usamos diariamente nos afecta en diferentes dimensiones, desde la biológica hasta la social. Entender los efectos que tiene en nuestro cerebro es muy importante porque nos permite anticipar problemas futuros y profundizar en las causas de comportamientos observados. En su último libro, Jonathan Haidt se encarga de explicar cuáles son los efectos negativos de los smartphones en los niños y adolescentes. Tras un análisis profundo, concluye que la única medida aceptable para proteger a los niños de los teléfonos móviles es prohibirlos rotundamente, ya que los efectos negativos van más allá de la vulnerabilidad de la ciberseguridad o la adicción a su uso. Para entender mejor esto, revisemos algunos de los efectos negativos de los smartphones en los niños.
La primera gran preocupación es la vulnerabilidad emocional que ocasiona la sobreexposición a las redes sociales. Los comentarios negativos en redes pueden tener un impacto devastador en la autoestima y la reputación de los niños, a menudo llevándolos a pensamientos suicidas. Haidt explica cómo la gestión de la «marca personal» en redes sociales consume una cantidad significativa de tiempo y energía de los niños, creando un estrés constante que puede ser perjudicial para su bienestar emocional. Además de la vulnerabilidad emocional, Haidt identifica cuatro daños específicos que afectan el desarrollo y desempeño de los niños: privación social, privación del sueño, fragmentación de la atención y adicción.
La privación social es quizás la más preocupante, ya que el tiempo que los niños pasan en redes sociales reduce significativamente el tiempo que pasan interactuando en persona, lo cual es crucial para el desarrollo de habilidades sociales. No podemos subestimar la importancia de las interacciones físicas en el desarrollo de nuestro lóbulo frontal. Desde la psicología evolutiva, sabemos que las interacciones cara a cara son fundamentales para el desarrollo de la empatía, la regulación emocional y la resolución de conflictos.
La privación del sueño es otro problema grave; el uso de dispositivos antes de dormir interrumpe los patrones de sueño, lo que es esencial para la salud mental y el rendimiento académico. El sueño profundo es crucial para la consolidación de la memoria y la recuperación física, aspectos que son vitales para el desarrollo cognitivo y emocional de los niños.
La fragmentación de la atención es un problema que afecta a todos, pero es especialmente perjudicial para los niños. Las constantes notificaciones y distracciones dificultan su capacidad para enfocarse y completar tareas, afectando su rendimiento académico y su desarrollo de habilidades de concentración. La ciencia del comportamiento sugiere que la capacidad de atención sostenida es una habilidad que se desarrolla con la práctica y que las interrupciones constantes pueden tener efectos negativos a largo plazo.
Aunque no todos los niños desarrollan una adicción a los smartphones, un porcentaje significativo muestra un uso problemático que interfiere con otras áreas de sus vidas, como las amistades y el rendimiento escolar. La adicción a los dispositivos puede alterar los circuitos de recompensa del cerebro, generando una dependencia similar a la observada en otros tipos de adicciones.
Haidt también destaca que los efectos negativos son más pronunciados en niños que atraviesan la pubertad y tienen acceso a redes sociales. Durante este período, el cerebro está en una fase de rápido desarrollo y es particularmente vulnerable a las influencias externas. Los niños que crecen con smartphones durante la pubertad experimentan un «re-cableado» de sus cerebros en un momento crucial de su desarrollo. Este re-cableado puede afectar negativamente áreas del cerebro relacionadas con la autorregulación, la toma de decisiones y la gestión del estrés.
Estos efectos deberían ser suficientemente persuasivos para querer alejar a los niños de los teléfonos móviles; sin embargo, resulta más cómodo tomar medidas a medias, ya que los padres también se benefician de la distracción que estos dispositivos provocan. Por esta razón y entendiendo que prohibir su uso de manera rotunda es casi imposible, Haidt propone varias recomendaciones para los padres:
1.-Que los niños no tengan smartphones antes de la preparatoria
2.-Que en lugar de un smartphone los padres proporcionen teléfonos básicos que permitan la comunicación sin acceso a las redes sociales
3.-Que los niños no tengan acceso a redes sociales antes de los 16 años, permitiendo que pasen la mayor parte de la pubertad sin la presión y el estrés adicionales de las redes sociales.
Como recomendación más suave y pensando en todos los niños y adolescentes que ya son adictos a los teléfonos móviles, Haidt sugiere implementar rutinas diarias que incluyan momentos sin dispositivos, especialmente antes de dormir y al despertar, para mejorar la calidad del sueño y reducir la ansiedad. Limitar las notificaciones a las esenciales y evitar alertas de noticias o redes sociales para reducir la fragmentación de la atención.
Les recomiendo mucho el libro de Jonathan Haidt, «La generación ansiosa», y espero que este artículo los haga reflexionar sobre cómo la tecnología, aunque maravillosa por las facilidades que ofrece, siempre tendrá un efecto en nuestro comportamiento del cual debemos ser conscientes.
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