Neurociencia de los hábitos: ¿Qué nos enseña la ciencia del comportamiento sobre los propósitos y hábitos?
Por Guillermo Ponce Sabido
Por Guillermo Ponce Sabido
Llega esa época del año en la que nos proponemos adquirir hábitos saludables que mejoren nuestra vida y nos acerquen a nuestras metas. Aunque esto es muy inspirador, si no comprendemos cómo funcionan los hábitos en nuestro cerebro y cómo podemos modificarlos, existe el riesgo de que nuestras metas no pasen de ser buenas intenciones. En este artículo, revisaremos la ciencia básica de los hábitos y exploraremos cuatro estrategias que te ayudarán a cambiar o adquirir hábitos para alcanzar tus objetivos.
A menudo pensamos que los hábitos son decisiones hiper-racionales que las personas altamente eficientes toman para optimizar cada segundo de su día. Sin embargo, la realidad es que los hábitos son atajos que nuestro cerebro emplea para predecir resultados de satisfacción o para evitar el dolor asociado con ciertas conductas. Aunque estos atajos están diseñados para anticipar resultados, no necesariamente representan el mejor comportamiento posible ni son siempre beneficiosos.
Nuestro cerebro funciona en gran medida en piloto automático, siempre buscando automatizar acciones para reaccionar más rápido a ciertas situaciones. Cuando identifica patrones específicos, ejecuta acciones concretas. Si la expectativa se alinea con el resultado de forma repetida, se forma un hábito. Estos hábitos pueden evolucionar con el tiempo, pero tienden a ser estables.
Entendiendo que nuestros hábitos son atajos mentales, es útil comprender los elementos que el cerebro considera para identificar un patrón y establecer una respuesta que, eventualmente, se convierta en un hábito. Estos elementos son:
Jugando con la fricción de cada uno de estos elementos, podemos facilitar o dificultar el proceso y, como resultado, eliminar o adquirir hábitos diferentes. Para lograrlo, podemos seguir estas cuatro estrategias:
1.-Controla las señales que activan la respuesta
Para iniciar un proceso automático, nuestro cerebro busca señales. Para crear nuevos hábitos, debemos crear un ambiente y oportunidades donde sea evidente que debemos realizar un comportamiento y ubicar estos elementos en lugares visibles. Contrariamente, para evitar malos hábitos, debemos ocultar las señales que incitan a nuestro cerebro a caer en ellos. El primer paso es identificar estas señales. Las señales son tan poderosas que diversos estudios de neuromarketing sugieren que asociar aromas con actitudes puede cambiar completamente la disposición de las personas. No es sorpresa que el olor a café nos despierte más que la cafeína misma, ya que el olfato activa poderosamente la respuesta neuronal.
2.-Ten claridad respecto a lo que deseas conseguir.
Cuanto más atractivo sea el resultado de un comportamiento, más fácil será convertirlo en un hábito. Por ello, mantener en mente el resultado y convencernos de su valor emocional es clave en la formación de hábitos. De igual manera, racionalizar los efectos negativos y recordarlos cuando surja un antojo nos ayuda a combatir comportamientos indeseados. Puede parecer poco científico, pero se ha comprobado que las técnicas de visualización en relación con nuestros objetivos ayudan a romper patrones automáticos y hacen más atractivos los resultados de ciertos comportamientos.
3.-Facilita que las cosas sucedan.
Cuanto más conveniente y sin fricciones sea el comportamiento que deseamos adquirir, más probable será que lo realicemos. Por ejemplo, si colocas tu maleta de gimnasio junto a tu cama, estarás más inclinado a ir al gimnasio. En el caso de los malos hábitos, cuanto más inconveniente e inaccesible sea realizar una acción, más probable será que desistamos de ella, ya que los hábitos están automatizados, debemos establecer obstáculos para evitarlos.
4.-Haz visibles los beneficios de tus nuevos hábitos.
Al lograr un comportamiento, reconoce tu esfuerzo e internaliza el proceso como algo gratificante y deseable. El reconocimiento por parte de otros es muy efectivo en la creación de hábitos. Reflexionar sobre las razones por las que actuamos en contra de nuestras metas nos ayuda a cambiar. El remordimiento de conciencia puede ser un poderoso aliado en este proceso. Exponerte a la evaluación de otros respecto a tus metas hace que los lazos sociales te impulsen a tomar responsabilidad por tus acciones y a sentirte mejor al cumplirlas.
Espero sinceramente que esta información les ayude a cumplir sus propósitos este año. Entender cómo funciona nuestro cerebro nos ayuda a controlar aspectos de nuestra vida que muchas veces parecen fuera de nuestro control. Si están interesados en este tema tienen que leer el libro de James Clear: Atomic Habits, del cual se obtuvo la información para realizar esta publicación.
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